domingo, 1 de mayo de 2011

Gerardo Sauri Artículo

Infancia como valor futuro y como propiedad privada de la familia son visiones que prevalecen en las propuestas de siete supuestos personajes presidenciables y que derivan en opciones de políticas educativas fragmentadas y hasta llevadas a terrenos de vivencias personales que no corresponden a una agenda integral sobre derechos de la infancia o, al menos, en materia del derecho a la educación de calidad, que es necesaria para el país.Hace más de una década en Colombia una campaña promovida desde instancias internacionales y organismos nacionales estimulaba al electorado a "votar por la infancia" no porque existieran candidatos infantiles para la Presidencia de la República, sino porque se buscaba que quienes se postulaban dieran mayor prioridad en sus agendas políticas a este sector de población que es sistemáticamente invisible y al que no se dirigen las ofertas electorales por el hecho de que no son votantes. Niños y niñas suelen ser más bien parte de la escenografía electoral.Tanto en Ecuador como en Paraguay, en el pasado periodo electoral, las redes de organizaciones sociales lograron que grupos de niños y niñas procedentes de diversas realidades dialogaran con quienes se postularon para la Presidencia de cada uno de esos países desde diversos partidos políticos. En ambos casos el ejercicio derivó en mecanismos de diálogo que permanecieron luego de que los respectivos ganadores tomaron el poder y desarrollaron mecanismos de rendición de cuentas sobre la agenda política en materia de derechos de la infancia.En términos de representaciones sociales sobre la infancia, como producto de la entrada en vigor de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), en 1990, países como México asumieron considerar a este tratado como parte de las leyes supremas de la nación. La CDN obliga a los Estados a considerar a niñas y niños como sujetos plenos de derecho, con capacidad de expresarse, opinar, participar y a que sus opiniones sean tomadas en cuenta.Ninguna de las propuestas de las siete personas presidenciables incluidas en Enfoque hace referencia a los derechos de la infancia, ni a la educación como un derecho de niñas y niños, por el contrario, numerosas propuestas llevan a considerar que la tarea educativa es responsabilidad de la familia, desdibujando el papel del Estado como garante de este derecho. Por lo anterior no se hacen propuestas relacionadas con el tamaño y eficiencia de la inversión pública en la educación, ni otras que democraticen el espacio educativo, que actualmente es un coto de poder de liderazgos sindicales.En ninguna propuesta se establece la posibilidad de que niñas y niños cuenten con espacios en donde sus voces sean escuchadas en el presente, no sólo en el campo educativo, sino en la propia definición de las agendas políticas, reflejo de una cultura adultocéntrica: ser adultos nos constituye de forma inmediata en expertos en materia de infancia, sus voces no son consideradas, sus perspectivas llegan a ser vistas como innecesarias para la toma de decisiones.El énfasis en la educación tiene además un anclaje en una de las representaciones sociales del mundo adultocrático sobre la infancia: mientras que hasta hace apenas un siglo se consideraba que el rol de niñas y niños era contribuir en el mundo de la producción agrícola, las sociedades postindustriales consideran que el rol principal de este sector de población es formarse para ser mejores ciudadanos para el futuro, importan por lo que serán, no por lo que piensan y sienten ahora.Las propuestas educativas son de dos tipos. Un primer tipo corresponde a una propuesta técnico instrumental que hace recordar el caso de la vieja propuesta de Labastida, "Inglés y computación"; en algunos casos el énfasis será en el tipo de habilidades y herramientas que la educación desde el ámbito escolar debe proporcionar. Éste es el caso de la propuesta del senador Beltrones con la creación de un sitio de internet para la infancia mexicana; del secretario Lujambio, que ofrece el fomento a la lectura; del secretario Cordero, que propone convertir a niños en inversores con capacidad de ahorro, y del secretario Lozano, que propone la extensión de horarios escolares con mejor acceso a internet.Un segundo tipo tiene que ver con las propuestas de quienes plantean valores específicos de la educación, lo que en algunos casos permite deslizar los contenidos ideológicos de sus agendas partidistas. La propuesta de Lujambio plantea que el espacio central de formación es la familia, el senador Creel enfatiza ese rol y hace énfasis en el programa Oportunidades como factor de combate a la pobreza, al secretario Félix Guerra le preocupa que existan espacios comunitarios que enseñen valores como factor de fortalecimiento de la familia y la diputada Vázquez Mota ubica a la educación de calidad como aquella que involucra a la familia.Es necesario que quienes aspiran a ocupar puestos de elección política modifiquen sus visiones sobre la infancia, reconozcan plenamente sus derechos y las obligaciones asumidas por el Estado mexicano, en particular en materia educativa, de forma que se ofrezcan propuestas integrales acordes con el marco internacional.